Además del entorno y del alojamiento en la Querencia, que ya es un clásico para los que hemos estado allí, el cuidado de Enrique en todos los detalles y la maestría de Castro nos han hecho pasar unos días increíbles, aprendiendo del maestro, que se ha volcado con nosotros, para transmitirnos y enseñarnos todos sus métodos y maneras de abordar la acuarela.
La relación de Castro con nuestra técnica es única, personalísima, de una gran sensibilidad y de una realización impecable y además él es una persona amable, tranquila, que transmite serenidad y comparte su generosamente hasta donde uno es capaz des seguirle.
En fin, una experiencia estupenda, que nos hace ya desear otra nueva y pronto.
En el pinar de Valsain
El río Eresma, en los Cautro Robles
En el aula de La Querencia, por el mal tiempo
Un estupendo grupo, con un gran nivel y muchas ganas de convivir en armonía y buen humor.
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